viernes, 24 de diciembre de 2010

Lima (5)

Al notar Pilar que la menor de sus hijas no se encontraba ni en su habitación, ni en ningún lugar del
hotel, tomo más que en serio la nota que ésta le había dejado en su habitación.

"Estoy regresando a casa"

"¡Que niñas las que me dejaste!" - dijo Pilar saliendo de la habitación de Pía, probablemente se lo decía a Jaime. Si bien Anna y Pía la estaban pasando mal por el insospechado y repentino abandono de su padre, Pilar era la que por lejos, llevaba la peor parte.

Pilar se dirigió al bar del club, no quería saber nada de sus caprichosas hijas por el momento, ya que todo indicaba que también había sufrido abandono por parte de ellas. Se acerco y se sentó en la barra.Pedro estaba de turno ese día.

- "Hola Pedro, quiero lo de siempre, por favor."
- "Un Black Russian sale en un momento."
- "Ponle doble de todo. dijo Pilar, con un notorio cansancio."
- "¿Un mal día señora? dijo con una tímida curiosidad Pedro."
- "No el peor, pero si, en efecto es un mal día. Dime Pedro, ¿has visto a mis niñas por aquí?"
- "No señora, ni Anna ni Pía han pasado por aquí. Lo cual, disculpe, me parece un poco raro."
- "Si lo sé, se de la relación que llevas con Anna, Uds. Se han hecho buenos amigos a pesar de la diferencia de edad. No te preocupes no me molesta, Anna me ha hablado bien de ti. Dice que eres confiable."
- "Si señora, sus hijas, por lo que he podido hablar con ellas, tienen un alma muy pura y buena,aunque siento que algo las aqueja, algo que aun no me han querido contar."
- "¡Ay Pedro! - se lamentó - "No sabes por lo que pasamos." - Pilar se detuvo y quedo pensativa - "Me parece o ¿dijiste que también hablabas con Pía?"


- "Si señora, Pía es una personita difícil, por lo que pude notar, pero tiene un buen corazón,imagínese que la primera vez que la vi por aquí, tuvo el atrevimiento de pedirme uno de los tragos de la carta anotándolos en un pequeño papel rosado. Lo que hice fue preguntarle su edad, aunque parecía que no tenía más de 15. Fue entonces que me dio otro papelito rosaindicándome que tenía 18 años. Mi risa fue tal que la niña Pía se enojo conmigo, empezó a escribir nuevamente en sus papelitos pero ya no quise recibirlos. Me seguía por todo el largo de la barra tirándomelos a la cara, y ella misma tenía una cara dijo riéndose no se imagina lomolesta que estaba."
- "Me lo puedo imaginar Pedro, créeme." - dijo Pilar recordando todas las rabietas que le había hecho Pía desde que tuvo conciencia - "Mas bien disculpa su comportamiento, Pía siempre
ha sido caprichosa pero parecía que tenía un límite siempre, ahora ahora con todo lo que ha pasado ha perdido un poco el control. Pero sígueme contando Pedro, ¿cómo así Pía te hablo?"
- "Bueno, al ver que no le daba mayor importancia a sus rabietas y al ver terminado su paquetito de papeles, empezó a ponerse roja, cosa que me preocupo, pero yo ya había visto ese comportamiento, yo también tengo hijos" - dijo sonriendo - "uno a veces quiere cosas que no puede tener. Pero bueno..." - prosiguió - "al ver que no podía hacer mas empezó a gritarme, a decirme que tenía que obedecerla porque yo estaba ahí para servirle."

Al escuchar eso, Pilar se puso roja y abrió los ojos tanto que llego a un punto en que empezaron a dolerle.

- "¡Por Dios Pedro!, discúlpeme, mi hija es un poco tosca a veces, dígame que puedo hacer por Ud." - dijo Pilar tomando su cartera y poniéndola sobre la barra.
- "No señora no quiero nada, lo que paso después hizo que olvidara cualquier mal trato queme haya ocasionado su hija. Al ver que yo aun no le hacía caso, la niña Pía permaneció parada frente a la barra con la mirada clavada en mí, yo por supuesto seguí en lo mío, sabía que en cualquier momento tenía que hablarme, y ciertamente, se demoro un poco, pero lo hizo. Se me acerco y me dijo que la disculpase por haberme hablado así, se sentó nuevamente en la barra y me pidió una soda. Esta vez dijo por favor, yo con gusto le di una. Le dije que estuvo muy mal lo que hizo, pero también le dije que había hecho bien en disculparse, y que yo estaba ahí para servirle en lo que quisiera, siempre y cuando no grite ni quiera engañarme como cuando lo hizo con las notas."
- "Todo un logro Pedro, todo un logro." - dijo Pilar sirviéndose el segundo vaso de Black Russian, su trago favorito.
- "Señora disculpe mi atrevimiento, pero pase lo que pase Ud. Debería tener una buena comunicación con sus hijas, que discúlpeme nuevamente, creo que no la tiene."

Pilar frunció el ceño mirando de pies a cabeza a Pedro, levanto la cabeza para poder gritarle por su impertinencia, cuando entonces pensó bien en lo que le dijo el pobre barista, otorgándole a éste, la razón.


- "Mira Pedro, yo se que debes saber algunas cosas por lo que te habrán contado mis hijas en su desahogo por hablar con alguien, pero tú no sabes lo que nos ha pasado, yo sé que no te lo han contado. Las conozco y sé que nunca hablan de sus puntos débiles. En cierta parte tienes razón, no en cierta parte, en gran parte." - dijo resignada - "Anna y Pía se han alejado de mi desde antes que pasara lo que nos paso. Pía había tomado como confidente a otra persona, y Anna estuvo más pendiente de sus 19 años y de sus amigos. Nunca les pregunte como estaban, ya que yo también estuve metida en mi cosas."
- "Como todos señora, como todos. A veces simplemente nos olvidamos que tenemos hijos, y cuando eso pasa con frecuencia, llega un punto en que, cuando les hablamos, nos resultan unos completos desconocidos."

Pedro le conto la historia de su vida y de cómo había llegado a ser el barman del bar, cuando de prontose quedo muy pensativo, lo cual atrajo la atención de Pilar.

- "Señora, yo he hablado con muchas personas aquí en el bar, no sabe a cuantos he conocido,pero es la primera vez que una familia casi entera es de mi agrado, a Ud. y a sus hijas me refiero,les he tomado gran confianza, por eso nunca las olvidare. Tal vez dos meses no sean nada de tiempo, pero fue un gusto conocerlas."
- "A mí también me has caído bien Pedro, has vivido mucho para tu edad, ¿cuánto tienes? ¿30?" - dijo Pilar, con cierta coquetería.
- "35 el mes que viene."
- "¿Piensas quedarte aquí para siempre?"
- "Mientras pague las cuentas esta bien señora."
- "Tengo una idea." - dijo Pilar con la postura que siempre toma cuando propone cosas descabelladas - "¿No quieres ir a Lima, por lo que hablamos creo que no has ido nunca, ¿te gustaría ir? Podría ofrecerte el puesto de chofer, justo estaba necesitando uno, te pagaría másde lo que te pagan acá, me has caído bien a mí y a mis hijas, y eso no es fácil, tómalo como un agradecimiento, tal vez puedas comenzar una nueva vida allá. ¿Qué te parece?"

Pedro quedó en silencio, tal vez el silencio más grande que hubo en toda la conversación con Pilar, no supo que decir, solo miraba a Pilar, tal vez una de las mujeres más hermosas que había visto en toda su vida, quien ahora le daba el honor de mirarlo a la espera de una respuesta, pensaba en Anna y en Pía, y lo bien que ellas lo hacían sentir, lo mucho que lo hacían sentirse como un padre y no como un fracasado que abandono a su familia, y pensaba en la proposición, en esa proposición que vitoreaba en su cabeza tal vez mas de lo debido.

Al cabo de atender a otros clientes de la barra, se animo a dar una respuesta.



****

En el aeropuerto, en Lima, Pía ya había recogido su equipaje después de la hora y media más incomoda de su vida. Le había tocado sentarse junto a un niño de 2 años que no dejaba de jalarle el cabello, lo que por supuesto, había ocasionado que baje del avión más ojerosa e iracunda que nunca.
Se subió al primer taxi que vio, obviando a la anciana que andaba delante de ella buscando uno también, ese día no estaba de buen humor para cortesías. Al tomar el taxi, Pía extraño esa paz que le daba caminar por la playa, extraño el sonido de las olas, la sensación que le daba caminar descalza por la orilla, extraño a Pedro y a las largas conversaciones que entablaban, después de todo él era el único hombre que la había escuchado después de Jaime, pero aun así, aun sobre todo lo que había llorado, extraño a Jaime y a la seguridad que este le hacía sentir hace ya mucho tiempo, ya no sabía quien era, ya no sabía que hacer, lo único que sabía, pero que no quería aceptar, era que Anna podía ayudarla. Después de todos se parecían más de lo que las dos imaginaban.


****

Ya eran las 2 de la tarde, Anna ya había terminado de poner su ropa dentro de sus cajones y de ponerlas demás cosas en su sitio, cayó rendida sobre su cama dispuesta a no hacer nada más, nada más que pensar en Eduardo, y en lo bien que se vería después de todo ese tiempo en que no se habían visto, en lo mucho que le diría que lo extraña, en lo mucho que estuvo esperando este día, en sus ojos pardos que brillaban cuando la veían, en lo mucho que adoraba sus besos, en lo rápido que le tomo volverse a enamorar de él, en lo tanto que le hacía falta escuchar su voz otra vez, pensar en la forma de hacerle saber que lo quiere de vuelta en su vida. Pensaba en todo, menos en preguntarle la razón del por que él había terminado con ella.

Cogió su celular. Al segundo timbrado contestaron.

- "¿Anna?"
- "¡Si Gre! ¡Soy yo! A que no adivinas que acaba de pasar."
- "¡Si no me dices no se! ¡Cuéntame! Oye, ¿ya llegaste a Tumbes?"
- "No estoy en Tumbes, sigo en Lima" - dijo Anna con la sonrisa más grande que ha tenido desde que Jaime se fue - "Hable con Eduardo, y nos vamos a ver hoy a las 8. ¿Qué te parece?"
- "Mmm y, ¿Para que se van a ver?" - dijo Grecia Miranda con cierto tono sarcástico.



- "¡¿Cómo que para que?! Supongo que me dirá que quiere regresar conmigo." - Anna no parabade sonreír.
- "Mmm... ¿me imagino que le preguntaras porque te dejo no? Haz pasado muchas nochesllorándolo como para que se te olvide ese pequeño detalle."
- "¡Claro que si!" - mintió Anna - "Aunque primero dejare que el me diga lo que tiene que decirme."
- "Pero que rápido te olvidas de cómo sufriste. ¡Ay Anna! Pensé que en esos 3 meses que no volviste a ver, y no porque quisiste, sino por que desapareció totalmente, o sea, ¡ni el teléfono contestaba!, pensé que habias tomado razón, pero veo que no. No te puedo decir nada, haz lo que quieras."
- "Pero Grecia no te pongas así. Todo va a estar bien. Yo lo sé. Sé que te preocupo, pero tranquila.Todo estará bien, confía en mí."
- "Bueno, si tu lo dices." - dijo Grecia más calmada - "Esta bien amiga, me lo cuentas todo." - y soltó una carcajada.
- "Ok Grecia, luego te llamo ¿si? Bye."

En el mismo instante que Anna termino la llamada, sonó el timbre de su casa. Lo único que podía imaginar Anna, era que Eduardo no se aguantaba las ganas de verla, que traía un ramo de flores enorme para pedirle perdón, que le traía un anillo para pedirle matrimonio, para traerle cualquier cosa que sea para sorprenderla. Nunca imagino que al abrir la puerta se encontraría con la persona en que menos pensaba en esos momentos.


[Continuará - Feliz Navidad]

sábado, 4 de diciembre de 2010

Post it (4)

Anna sintió que el corazón se le salia del pecho, respiro profundamente mientras cerraba sus ojos con mucha fuerza, se aclaro la garganta, respiró de nuevo y respondió al timbrado constante del celular:

- “Aló Edu… dime”
- “¡Anna…! ¿Por qué no contestabas? ¿Estás bien? ¿Te paso algo? No vi tus llamadas hasta hace un momento, discúlpame... ¿Anna? Dime algo ¡por favor!”
- "Estoy bien Edu… solo que… me ofusque un poco porque no respondías y…es que…. yo… vine por ti…. y..."
- “¿Viniste por mi? ¿De que hablas? ¿Dónde estabas?"
- "Estuve en Punta Sal y..."
- "¿En Punta Sal? Pero… ¿Que hacías ahí?”

Anna le contó el por que había pasado casi dos meses allá en Tumbes, todo lo que había hecho, hablado, conocido, comido, todo. No se guardo nada, ella no quería tener ningún secreto con Eduardo, por más que sabía que él le guardaba más de uno. El amor que sentía en esos momentos hacia él, era tan grande, que a veces no cabía en ella misma. La idiotizaba.

- "Entonces, Pía no te habla?”
- "No, no habla con nadie, me preocupa."
- "Si te entiendo. Anna… ¿Quieres que nos veamos en algún lado? Podríamos hablar mejor ¿No crees?
- "Ok. Déjame arreglar las cosas aquí primero. ¿Te parece si nos encontramos en el café de siempre a las ocho?
- "Uhmmm… Está bien, me parece perfecto. Hablamos entonces."

Anna colgó. Era increíble como toda la ira que sentía hace media hora se había esfumado con tan solo escuchar la voz de Eduardo.

- "I’m cursed” – se repitió una y otra vez mientras tomaba su maleta y la ponía sobre la cama.


****

Pía había despertado algo perturbada, había tenido una de las pesadillas más desagradables de su corta vida. Las había estado teniendo muy seguidas en las últimas semanas.
Se levantó y dió unos pasos hasta el espejo que tenia sobre el buró de su habitación. Se miro fijamente como todas las mañanas, frunciendo el ceño con incredulidad. No podía creer que se pareciera tanto a la persona que le hizo el más grande daño de su vida.

Odiaba tanto la situación por la que pasaba que sin darse cuenta entro en un fuerte grado de depresión. No comía, dormía todo el tiempo, no hablaba ni saludaba a nadie y por si fuera poco había adquirido un medio de comunicación poco convencional.
El día anterior, mientras subía hacia su habitación por las escaleras, había escuchado a Anna llorando en su habitación. Se detuvo a escuchar por la puerta para ver de que se trataba pero no logro descifrar nada de las palabras sin sentido que Anna balbuceaba al llorar.
Frustrada, corrió hacia su habitación. cerro la puerta no sin antes colocar el letrero "NO ENTRAR" en el picaporte. Mientras daba un par de pasos hacia su cama, Pía levanto una de sus manos y se tapo la cara. Algo había reflejado la luz del sol en su rostro. En seguida, se movió y empezó a buscar el objeto que le había hecho semejante cosa. No soportaba nada.

Pía había estado sacando a su padre de las fotos familiares, y fueron las tijeras en su escritorio lo que le había provocado aquella insignificante ceguera. Corrió hacia ellas furiosa, con el propósito de botarlas a donde no pudieran fastidiarla mas. Tomo las tijeras con su pálida mano derecha, y entonces una idea invadió su mente.
Alzo la mirada nuevamente hacia el espejo y se quedo pensando. Pensando en como podía usar las tijeras para poder cortar de una vez por todas, con el dolor que sentía por lo que le hicieron.
"Si me corto el cabello y la cara ya no me pareceré mas a Jaime" - pensó Pía acercando peligrosamente las tijeras hacia su rostro - "Ya no me pareceré a el, será como si nunca hubiera existido, y Anna y yo ya no lloraremos mas por lo que nos hizo", "¡Si!... ¡Es la mejor idea que se te ha ocurrido Pía!" - se dijo así misma.

- "¿Pía?, hoy es un lindo día, vayamos a tomar desayuno juntas, ¿te parece?" - dijo Pilar junto a la puerta de la habitación de Pía.
- "¿Pía? ¿Estás despierta? ¿Pía?" - intento sin éxito la preocupada madre.

Pía estaba a punto de cortarse cuando la voz de Pilar la hizo regresar a la realidad. Dejo caer las tijeras.
"¿Qué me pasa?" - se preguntó - "Odio a Jaime, odio que me haya convertido en esto". En cuestión de segundos, las lágrimas fueron cayendo una tras otra inundando su cólera. Sentía que se había convertido, en una especie de zombie, con tristezas y rabias, quizás la niña más triste de este planeta, alguien que siempre temió ser.

Después de unos minutos, Pía salió de su habitación, camino por el largo pasillo hacia la habitación donde se encontraba su madre y se paro en el marco de la puerta.Pilar, que estaba sentada en la cama metiendo unos papeles a una caja, se dio cuenta de la presencia de Pía.

- "Hola hija, pasa si quieres."

Pía no movió ni un músculo, solo se limito a observarla.

- "¿Pía estas bien?"

Pía se volteo dirigiéndose nuevamente a su habitación. Tomo unos post it color rosa de su escritorio y luego saco un lapicero de un cajón del mismo. Se sentó sobre la silla y empezó a escribir.
Poco después, Pía se levanto del escritorio y regreso a aquel pasillo de su casa de playa para dirigirse nuevamente a la habitación de su madre.
A pocos pasos de entrar, Pía suspiro, entro a la habitación y dejo caer el pequeño post it sobre la cama donde estaba Pilar, colocándose ella en el marco de la puerta inmediatamente después.

"¿En donde esta Anna?"

Pilar puso a un lado aquel post it y miro a Pía consternada acerca de la forma de comunicación que había optado tener desde hace ya bastante tiempo. Muy dentro de ella, Pilar sabía que era mucho mejor que el silencio, y que era un gran paso para Pía el escribir sobre esos pequeños papeles.

- "Anna regreso a Lima, Pía."


Pía corrió hacia su habitación y volvió a escribir otra nota. Regresando a la habitación de su madre, esta vez la dejo caer el pequeño post it sobre sus manos.

¿Por qué? ¿Por qué nos dejo aquí?

Los ojos azules de Pía se pusieron rojos de ira mientras esperaba respuesta de su madre.

- "Tenía que hacer unas cosas de la universidad Pía. Me imagino que luego regresara."

Pía le hizo una mueca de fastidio a su madre y regreso a su habitación. Se empezó a cambiar de ropa y luego de escribir otra nota, empezó a llenar sus maletas de ropa.



[Continuará]