sábado, 4 de diciembre de 2010

Post it (4)

Anna sintió que el corazón se le salia del pecho, respiro profundamente mientras cerraba sus ojos con mucha fuerza, se aclaro la garganta, respiró de nuevo y respondió al timbrado constante del celular:

- “Aló Edu… dime”
- “¡Anna…! ¿Por qué no contestabas? ¿Estás bien? ¿Te paso algo? No vi tus llamadas hasta hace un momento, discúlpame... ¿Anna? Dime algo ¡por favor!”
- "Estoy bien Edu… solo que… me ofusque un poco porque no respondías y…es que…. yo… vine por ti…. y..."
- “¿Viniste por mi? ¿De que hablas? ¿Dónde estabas?"
- "Estuve en Punta Sal y..."
- "¿En Punta Sal? Pero… ¿Que hacías ahí?”

Anna le contó el por que había pasado casi dos meses allá en Tumbes, todo lo que había hecho, hablado, conocido, comido, todo. No se guardo nada, ella no quería tener ningún secreto con Eduardo, por más que sabía que él le guardaba más de uno. El amor que sentía en esos momentos hacia él, era tan grande, que a veces no cabía en ella misma. La idiotizaba.

- "Entonces, Pía no te habla?”
- "No, no habla con nadie, me preocupa."
- "Si te entiendo. Anna… ¿Quieres que nos veamos en algún lado? Podríamos hablar mejor ¿No crees?
- "Ok. Déjame arreglar las cosas aquí primero. ¿Te parece si nos encontramos en el café de siempre a las ocho?
- "Uhmmm… Está bien, me parece perfecto. Hablamos entonces."

Anna colgó. Era increíble como toda la ira que sentía hace media hora se había esfumado con tan solo escuchar la voz de Eduardo.

- "I’m cursed” – se repitió una y otra vez mientras tomaba su maleta y la ponía sobre la cama.


****

Pía había despertado algo perturbada, había tenido una de las pesadillas más desagradables de su corta vida. Las había estado teniendo muy seguidas en las últimas semanas.
Se levantó y dió unos pasos hasta el espejo que tenia sobre el buró de su habitación. Se miro fijamente como todas las mañanas, frunciendo el ceño con incredulidad. No podía creer que se pareciera tanto a la persona que le hizo el más grande daño de su vida.

Odiaba tanto la situación por la que pasaba que sin darse cuenta entro en un fuerte grado de depresión. No comía, dormía todo el tiempo, no hablaba ni saludaba a nadie y por si fuera poco había adquirido un medio de comunicación poco convencional.
El día anterior, mientras subía hacia su habitación por las escaleras, había escuchado a Anna llorando en su habitación. Se detuvo a escuchar por la puerta para ver de que se trataba pero no logro descifrar nada de las palabras sin sentido que Anna balbuceaba al llorar.
Frustrada, corrió hacia su habitación. cerro la puerta no sin antes colocar el letrero "NO ENTRAR" en el picaporte. Mientras daba un par de pasos hacia su cama, Pía levanto una de sus manos y se tapo la cara. Algo había reflejado la luz del sol en su rostro. En seguida, se movió y empezó a buscar el objeto que le había hecho semejante cosa. No soportaba nada.

Pía había estado sacando a su padre de las fotos familiares, y fueron las tijeras en su escritorio lo que le había provocado aquella insignificante ceguera. Corrió hacia ellas furiosa, con el propósito de botarlas a donde no pudieran fastidiarla mas. Tomo las tijeras con su pálida mano derecha, y entonces una idea invadió su mente.
Alzo la mirada nuevamente hacia el espejo y se quedo pensando. Pensando en como podía usar las tijeras para poder cortar de una vez por todas, con el dolor que sentía por lo que le hicieron.
"Si me corto el cabello y la cara ya no me pareceré mas a Jaime" - pensó Pía acercando peligrosamente las tijeras hacia su rostro - "Ya no me pareceré a el, será como si nunca hubiera existido, y Anna y yo ya no lloraremos mas por lo que nos hizo", "¡Si!... ¡Es la mejor idea que se te ha ocurrido Pía!" - se dijo así misma.

- "¿Pía?, hoy es un lindo día, vayamos a tomar desayuno juntas, ¿te parece?" - dijo Pilar junto a la puerta de la habitación de Pía.
- "¿Pía? ¿Estás despierta? ¿Pía?" - intento sin éxito la preocupada madre.

Pía estaba a punto de cortarse cuando la voz de Pilar la hizo regresar a la realidad. Dejo caer las tijeras.
"¿Qué me pasa?" - se preguntó - "Odio a Jaime, odio que me haya convertido en esto". En cuestión de segundos, las lágrimas fueron cayendo una tras otra inundando su cólera. Sentía que se había convertido, en una especie de zombie, con tristezas y rabias, quizás la niña más triste de este planeta, alguien que siempre temió ser.

Después de unos minutos, Pía salió de su habitación, camino por el largo pasillo hacia la habitación donde se encontraba su madre y se paro en el marco de la puerta.Pilar, que estaba sentada en la cama metiendo unos papeles a una caja, se dio cuenta de la presencia de Pía.

- "Hola hija, pasa si quieres."

Pía no movió ni un músculo, solo se limito a observarla.

- "¿Pía estas bien?"

Pía se volteo dirigiéndose nuevamente a su habitación. Tomo unos post it color rosa de su escritorio y luego saco un lapicero de un cajón del mismo. Se sentó sobre la silla y empezó a escribir.
Poco después, Pía se levanto del escritorio y regreso a aquel pasillo de su casa de playa para dirigirse nuevamente a la habitación de su madre.
A pocos pasos de entrar, Pía suspiro, entro a la habitación y dejo caer el pequeño post it sobre la cama donde estaba Pilar, colocándose ella en el marco de la puerta inmediatamente después.

"¿En donde esta Anna?"

Pilar puso a un lado aquel post it y miro a Pía consternada acerca de la forma de comunicación que había optado tener desde hace ya bastante tiempo. Muy dentro de ella, Pilar sabía que era mucho mejor que el silencio, y que era un gran paso para Pía el escribir sobre esos pequeños papeles.

- "Anna regreso a Lima, Pía."


Pía corrió hacia su habitación y volvió a escribir otra nota. Regresando a la habitación de su madre, esta vez la dejo caer el pequeño post it sobre sus manos.

¿Por qué? ¿Por qué nos dejo aquí?

Los ojos azules de Pía se pusieron rojos de ira mientras esperaba respuesta de su madre.

- "Tenía que hacer unas cosas de la universidad Pía. Me imagino que luego regresara."

Pía le hizo una mueca de fastidio a su madre y regreso a su habitación. Se empezó a cambiar de ropa y luego de escribir otra nota, empezó a llenar sus maletas de ropa.



[Continuará]

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