“Hacer 10 llamadas y que no te contesten… no es señal de desesperación… ¿o sí?” – Se preguntaba Anna cada minuto que pasaba. Tenía el celular en la mano y no podía dejar de mirarlo. Como si esperara que el celular cobrara vida de alguna forma y le dijera que todo iba a estar bien.
Eduardo seguía sin responderle o devolverle las llamadas que había hecho hasta ese momento, las había ignorado totalmente ese domingo en la mañana.
Anna empezó a maldecir en todas las lenguas que sabía, se puso furiosa, se levanto de su cama y tiro el celular, fue donde su equipaje y esta vez tomo su laptop.
“Quien demonios se cree ese imbécil para despreciarme así.” - dijo mientras prendía la maquina y se sentaba en el piso de su habitación – “Es un idiota... se repetía una y otra vez. Porque tiene que ilusionarme así… Me esta haciendo lo mismo otra vez” – refunfuño Anna recordando aquellas noches que llamaba a Eduardo, sin respuesta alguna, para saber la razón del porque él la había dejado.
Anna empezó a teclear su contraseña con tanta rabia que una de las teclas salió volando. La tomo del suelo y la empujo contra el teclado al revés. Siguió tecleando.
Empezó a ver el mejor precio para poder regresar a Punta Sal, no quería seguir ni un momento más ahí, se sentía avergonzada, humillada, una total idiota. No se dio cuenta pero en más de una ocasión una lágrima empezó a rodar por su mejilla.
Al cabo de unos minutos, Anna se paro del suelo botando todo lo que le impedía el paso, laptop incluida. Salto a su cama como si estuviese dando aquel clavado que la hizo ganar el concurso de natación el último año de colegio y fue en busca de su celular que iba en su segunda timbrada. Sin ver el nombre que la llamaba contesto de inmediato.
- “¿Aló?”
- “¿Anna?”
- “¿Grecia?”
- “Anna! ¿Como estas?”
- “…”
- “¿Anna? ¿Estás ahí?”
- “…”
- “Anna del Carpio… ¡Contéstame!”
- “Ehmmm… si, si aquí estoy… solo que no esperaba tu llamada.”
- "Uhmmm… cuanta alegría te da hablar con tu mejor amiga.”
- "Discúlpame Grecia, es que… no sabes… Eduardo me llamo.”
- "¿Qué? ¿Cuándo?”
Anna le contó todo lo que le había pasado ese día, todo lo que le había dicho Eduardo estaba fresco en su cabeza, por lo tanto no olvido ningún detalle.
- "¡Es un idiota! Y dices que ahora no te contesta.”
- "Si, lo odio, me odio… ahorita mismo me regreso a Punta Sal”
- "¿Estás segura?”
- "Más que nunca.”
- "Pero él no sabía que ibas a regresar.”
- "El no sabía que estaba de viaje.”Uhmmm… entonces si te vas.”
- "Si… te aviso cuando regrese… te quiero.”
Anna colgó. Se quedo pensando en lo tonta que había sido por enésima vez. Dio un par de pasos para recoger su laptop, que habia sido dejada de lado brutalmente. Se sentó nuevamente en el frió suelo de su habitación y siguió buscando un boleto para Punta Sal.
****
- "¿Eduardo?... ¿Eduardo?... Despierta… Te tienes que ir, ¡mis papas van a venir en cualquier minuto!”
- “…”
- "Eduardo ¡ya levántate! Si mis papas te ven así de borracho van a ir en busca de los tragos del bar y van a ver que no queda gota alguna. ¡Levántate carajo!” – dijo Diego desesperado mirando por la ventana de su habitación.
Diego Molina y Eduardo Massa eran mejores amigos desde que Diego se sentó en la misma carpeta que Eduardo en el colegio, cuando estos tenían 9 años. Eduardo había hablado con Diego porque se sentía muy mal por haber dejado a Anna. Este lo consoló y aconsejo a Eduardo que la llame. Eduardo lo hizo ese sábado en la noche.
Luego de ese par de horas que le tomo a Eduardo hablar nuevamente con Anna, Diego lo convenció para ir por un par de tragos en su casa aprovechando que los señores Molina no iban a llegar hasta al día siguiente.
- "Bien por ti Eduardo, ahora me imagino que regresaras con ella.”
- "Si es que ella quiere.”
- "Ay el amor… son huevadas. Por eso mejor me quedo soltero.”
Después de cuatro botellas de whisky, Eduardo le contó a Diego las razones por las que había terminado con Anna, que hasta ese momento ni a él se las había podido contar. Luego de hablar y tomar por dos horas más, ambos quedaron ebrios y dormidos en el sofá cama de la habitación de Diego.
Al despertar Eduardo, que sentía que lo había atropellado un tren, tomo su celular y vio, con asombro, las 9 llamadas perdidas de Anna.
- "9 llamadas perdidas…”
"¿Ah? ¿Qué hablas huevón?”
- "Es que tengo 9 llamadas perdidas de Anna. ¿Que habrá pasado?”
- "Wow brother, 9 llamadas perdidas, provecho.”
- "No jodas, seguro algo le paso… Mejor me voy, voy a llamarla.”
- "Si, mejor vete. Te llamo.”
****
Anna estaba a punto de dar el click de comprar cuando su celular sonó.
Esta vez tomo la laptop y la puso a un lado con paciencia, se levanto en busca de su celular como si no importara quien estuviese llamando.
- "¿Aló?”
- "¿Anna?”
Anna no supo que decir, se quedo callada por varios minutos mientras Eduardo llamaba por su nombre al otro lado del celular.
Dio unos pasos hacia donde había dejado su portátil y la cerró.
[Continuará]
Buen vuelco a la historia, que siga !!!
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