lunes, 1 de noviembre de 2010

Anna (1)


Eran las 7 a.m., Anna salía del aeropuerto Jorge Chavez dispuesta a tomar un taxi que la lleve a su casa.
Había pasado unas vacaciones familiares geniales. Su familia aun se había quedado hospedada en el Club hotel de Punta Sal, le había dicho a su madre que tenía que estar en Lima el domingo para resolver algunas cosas de la universidad.
Salió el sábado en la madrugada para poder llegar a tiempo.

Anna estaba a punto de desaprobar un curso que la había estado jodiendo todo el último ciclo, y cuando pensó que había aprobado se dio con la sorpresa de que solo le faltaba medio punto para aprobar, al menos eso fue lo que le dijo a su madre, a la muy fría señora Pilar.
Cuando Anna piso suelo limeño se lleno de un sentimiento extraño, aunque no tan extraño del todo. Sabía que significaba pero no quería pensar en eso, era algo que moría en su pecho, le dolía y por momentos no la dejaba respirar.
Mientras esperaba un taxi, pensó que el dolor provenía por el hecho de haber dejado a su familia allá, cuando se suponía que el viaje uniría mas a la familia después de la partida repentina de su padre, lo cual había afectado a todos, en especial a su hermana menor, Pía.

Pía de 14 años había permanecido en estado zombie desde que su padre se fue, ellos dos eran inseparables, uno no hacía nada sin que el otro no lo supiera, eran el ejemplo de un verdadero retrato padre e hija, eran más que eso, eran mejores amigos.
Pía no soporto que su padre se haya ido, no soporto que no le haya dicho ni mandado indirecta alguna de nada. Se sintió traicionada, abandonada, sin importancia, totalmente vacía, y por más que tratara no podía simplemente dejarlo pasar, así como su padre había hecho con ella.



Anna, mientras esperaba un taxi decente, empezó a recordar como caminaba en las noches por el club allá en Punta Sal, recordó cómo se veía el cielo, como le gustaba escuchar el sonido de las olas cuando chocaban, recordó toda esa paz que ahora ya no tenía. Empezó a extrañar la tranquilidad que le trajo el viaje.
Sintió que ese sentimiento no iba a regresar en mucho tiempo.
No sabía porque, pero sabía también que una conversación como la que había tenido con Pía unas noches antes de regresar no iba a volver a suceder.

La había visto a lo lejos, sentada frente al mar, al principio no estuvo segura por que antes de ir a caminar la había dejado en su habitación de hotel viendo una serie antigua por televisión. Cuando se acerco un poco mas pudo darse cuenta de que se trataba de ella, pudo reconocer en Pía una de las poleras que su papa le había comprado una navidad antes.

- “Pía, ¿qué haces aquí?”
- “…”
- “Pía, te estoy hablando.”
- “¿Que quieres?”
- “Respóndeme.”
- “Estoy sentada, ¿no ves?”
- “Si lo sé, pero son las 2 de la mañana, deberías estar dormida.”
- “¿Quien dice?”
- “Todos los dicen.”
- “No deberías creer en todo lo que dicen.”

Anna noto que los ojos de Pía estaban rojos, no le pregunto si había estado llorando, lo único que atino a hacer era sentarse a su lado, no cerca, tampoco muy lejos, sino una distancia prudente, respetando el espacio de Pía.
Estuvieron sin hablar por mas o menos 20 minutos, Anna se dio cuenta que era muy relajante estar sentada frente al mar. Pensó que tal vez por eso Pía se había quedado ahí casi toda la noche.


- “Pía, si necesitas hablar con alguien, sabes que puedes hablar conmigo.”
- “…”
- “Ya no hablas con nadie, no contestas las llamadas, ni entras a chatear, me preocupas.”
- “Move on.”
- “Pía basta, estas preocupando a mamá.”
- “Mamá tiene cosas de que preocuparse, dile que no se preocupe por mí.”
- “No te olvides que me preocupas también.”
- “A ti no te preocupa nada, tu solo piensas en ti.”
- “De que hablas Pía, sabes que te quiero, somos hermanas.”
- “Los lazos de sangre ya no importan.”

Anna no sabía que responder a eso. Sabía que Pía se refería a su padre.

- “Pía…” – Anna suspiró.
- “No te preocupes por mi Anna, ya se me pasara.”
- “Sabes…”
- “Que pasa.”
- “Hace tiempo no hablabas con nadie.”
- “¿Y?” – Pía hizo una mueca de fastidio.
- “Que bueno que lo hayas hecho conmigo.”

Pía se levanto tirando un poco de arena sobre Anna.

- “Me voy, ya me dio sueño, hasta más tarde.”
- “Duerme bien Pía.”


A la mañana siguiente, muy temprano, Anna encontró a Pía en la mesa tomando un té.
La saludo pero ella ni la miró. Se dio cuenta de que el hecho de que hayan hablado aquella madrugada fue solo cuestión de suerte. Después de todo Pía siempre fue una niña engreída y malcriada, siempre quería tener las cosas cuando las pedía. Siempre renegaba o jodía cuando algo no le salía a su manera.La reacción que tomo después que su padre se fue, no es tan mala después de todo, pensó Anna.

Cuando Anna llego a su casa después de haber estado 20 minutos parada en el paradero de taxis del aeropuerto, lo primero que hizo fue abrazar a su cama, se quedo ahí por varios minutos. Si había algo que le dolía cuando tenía que viajar era el hecho de tener que dormir en otra cama que no sea la suya.
[Continuará]


[Anna escucho esta canción una y otra vez en una de sus caminatas frente a la playa.]


3 comentarios:

  1. GGG, escribre chevere flaca, perfila uno que otro detallito, pero tu historia me atrapo. espero la segunda parte ansioso. exitos.

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  2. Buen argumento, espero la segunda parte y espero haya una tercera.

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  3. no se pero creo haber entendido y descubierto cosas que los anteriores no se dieron cuenta :).

    Vamos Ng tu puedes :P

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